domingo, 31 de julio de 2011

Soledad se llama libertad


Y hablando de soledad yo tengo una perspectiva propia, basada en la experiencia de doce años sola, me refiero a la soledad de pareja por supuesto.
 Creo firmemente que la soledad de pareja no es lo más saludable,  lo cual no implica que sea un martirio en ola vida. Pero en este caso me refiero a quien no tiene nadie que lo ame o alguien a quien amar. El tema pasa por si uno está enamorado o con interés por alguna persona en particular o no.
 En caso de estar enamorado de alguien y no poder convivir no es un problema, más bien creo que es lo ideal, tener una pareja no conviviente es lo más saludable que pueda tener una persona sana mentalmente, porque después de haber convivido muchos años con alguien, haber tenido un matrimonio e hijos desde muy joven y llegar a los cuarenta años y quedarse sola, no significa, más allá de lo materialmente hablando, ningún perjuicio, todo lo contrario, una por fin se siente libre y desea vivir todo aquello que postergó durante años por las enormes responsabilidades que conllevan a llevar adelante una familia. Eso siempre y cuando no hayan quedado hijos muy chiquitos, pero si ya son adolescentes, una comienza a conocer lo que es realmente la libertad y de verdad puedo decir que es muy  bueno sentirla.
 Esa libertad que nos permite no tener obligaciones los sábados y domingos por ejemplo, porque ya no vendrá la familia de él a comer a casa y una que trabajó toda la semana como una burra, tenga que estar el domingo nuevamente preparando la casa, la comida, y hasta lo que se va a servir a la tarde porque "se reúne la gran familia". Ahhh... qué placer es cuando uno ya está sola despertarse a las doce, comprar algo hecho para comer con la hija y después tener todo el día para lo que uno quiera.
 Durante la semana también se nota. Yo por ejemplo siempre me levanté temprano para el desayuno de mis hijas pero cuando estaba en pareja, al irse mi hija, casi obligatoriamente debía prepararme para una sesión de sexo mañanero que muchísimas veces no tuve ganas de tener y sin embargo... también  muchas veces terminaba accediendo para evitar las discusiones y la cara de perro. Otras en cambio, no era esto pero había que quedarse levantada porque "¡Cómo te vas a volver a acostar a las siete y media de la mañana!" Nooooo, ya pasó el tiempo de dormir, a preparar el mate y a leer el diario hasta las diez en que el susodicho consorte se iba a bañar y prepararse para ir a trabajar, eso los días que yo no tenía que salir temprano a mi trabajo sino ya lo hacía junto con mi hija.
 Ahora, sólo salgo con ella cuando tengo que salir temprano y sino una vez que ella se fue, yo solitaria y libremente vuelvo a la camita con los dos o tres grados de temperatura que hace dando gracias a Dios de que me dejó libre del verdugo que me tenía atada con cadenas.
 De las vacaciones ni qué hablar, ahora salgo cuando quiero y adonde quiero y si quiero con quièn quiero...
 No tengo limitaciones con el televisor y menos con la computadora, cocino si tengo ganas y sino compro comida hecha o con mi hija nos arreglamos con cualquier pavada, las mujeres somos menos exigentes con el tema comida. Cuando èl estaba jamás podíamos comprar pizza hecha porque no, el señor campesino quería todo hecho en casa, hasta la masa la quería casera!!
 Las vacaciones eran todo un tema. Nunca nos poníamos de acuerdo adónde ir. Sin hablar que él siempre quería ir al interior a visitar su familia. Lo hice los primeros años, pero después me harté y empecé a insinuar ir a la playa, Dios! era como decirle ir al infierno! Al fin después de muchas peleas aceptaba y manejaba todo el camino con cara de bulldog, pero luego entre la pesca y los amigos circunstanciales que siempre se hacía (hinchaba también con eso de llenarse de amigos) al fin la pasaba bien. Yo a veces creo que se oponía un poco y al principio por ignorancia y después por el mero hecho de contrariarme, porque eso siempre le gustó, le encantó contrariar a la gente de su familia más cercana, en el caso, mis hijas y yo.
 En cambio vivir sola pero con pareja afuera de nuestra casa y sin demasiados compromisos me parece una manera sana de vivir. Se tienen los sentimientos, se tiene el amor y se mantiene la libertad.
 Por eso desde hace doce años me siento una mujer libre, que vive como quiere, donde quiere y hace lo que quiere siempre dentro de lo que significa la forma urbana de vivir y las responsabilidades, pero fuera de ello, nadie me ata, nadie me obliga a lo que no quiero hacer y puedo decir que sin pareja conviviente soy una solitaria feliz, porque para mí, soledad... se llama... LIBERTAD...

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