domingo, 14 de noviembre de 2010

Paz en soledad

Después de tantos meses de abandono, vuelvo a visitarte blog de mi soledad. No debería abandonarte tanto tiempo, porque se sueden los tiempos de soledad absoluta, de encuentros a distancia y de nueva soledad.
 He tenido un tiempo de acompañamiento después de la última entrada y quizás por eso es que no volví. Fue una compañía placentera de alguien muy importante en mi vida desde hace muchos años, el cual no sé si he mencionado anteriormente. Debería leer un poco mis entradas anteriores.
 Bien, esta compañía a la distancia y telefónica o mails y mensajes de texto duró aproximadamente dos meses, setiembre y octubre. Fue un tiempo lindo, donde me sentía en las nubes, como chiquilina adolescente, esperando sus llamados o sus mails.
 Debo reconocer que en el fondo de mi corazón existía la esperanza de reencontrarnos algún día de este año, pero no se hicieron planes, él los tendría en su pensamiento y yo en el mío pero ninguno nos lo hemos dicho al otro, quizás para no crear un compromiso que ambos sabíamos era difícil de cumplir.
 En fin, en octubre todo terminó, una palabra que fue, otra que vino y la antigua relación devenida en sentimental a esta altura de mi vida se acabó para siempre.
 Lo extraño, es cierto, pero en otro sentido he recuperado mi paz, es una paz rara, porque no es una paz placentera, es  una paz de una soledad que esta vez volvió sin buscarla, es la paz de los solitarios, de los evadidos de la sociedad, del mundo, es la paz de quien perdió el amor, es la paz de quien se quedó sin pareja, sin su otra parte, sin compañía para hablar o para hacer aunque sea un sólo proyecto. Es una paz triste, es la paz de una mujer en soledad.